La inteligencia artificial es de las tecnologías exponenciales que vienen desarrollando múltiples aplicaciones. En palabras de Martinez (2016), “las disrupciones no se producen en sí por la tecnología, sino por un nuevo uso de esta que cambia la forma de hacer las cosas en un negocio” (p.1). Según el artículo publicado en El País, en julio de este año, un 42 % de las empresas europeas utilizan, al menos, una herramienta de IA; aunque dos de las principales barreras por vencer siguen siendo el alto costo y la falta de habilidades en el mercado laboral.
Es aquí donde nos preguntamos, ¿cuál es el papel de la IA en la contabilidad? Pues, al igual que en otros ámbitos de la ciencia, su potencial es enorme. Podemos enfocarnos en la mejora de la prestación y la eficiencia de los servicios, a través de la colaboración en el lugar de trabajo entre las personas y la tecnología. También hay consenso en que, con el paso del tiempo, la IA contribuirá, cada vez más, en generar importantes ahorros de costos, ya que se destinarían menos recursos para obtener mejores resultados.
Podemos enumerar tres vertientes en las labores contables, en donde la IA podría brindar soluciones en un futuro no muy lejano: (1) La reducción de las tareas rutinarias y reiterativas, que ocasionan costos en tiempo y personal, eliminando una buena parte de la carga de trabajo diaria. (2) El aumento de la cantidad y calidad de datos disponibles de manera oportuna. (3) La reducción de los errores humanos o los riesgos por fraudes, al poder detectar operaciones o transacciones inusuales.
Para el avance de toda ciencia, siempre es menester contar con profesionales certificados, que comprendan la relevancia de la capacitación continua y conducta ética. Ningún desarrollo tecnológico podrá reemplazar el juicio profesional y su experiencia; pero sí provocar una visión innovadora en las cosas que estos logren.
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